lunes, 14 de marzo de 2011

El arte de la desinformación

   El tema de interés que toco en esta oportunidad es el de la desinformación en uno de los medios de comunicación más importantes que existe: la televisión. El programa de TVR, emitido el sábado pasado, me recordó un poco este problema existente que tiene que ver con el hecho de participar en una especie de carrera de caballos por ver quién se hace de la primicia, quién da el dato de relevancia antes que los demás, sin importar, la mayoría de las veces, la calidad y confiabilidad de esa información.
   Si tomamos, por caso, Sportcenter, el conocido resumen deportivo que se emite por ESPN, podemos empezar a entender este fenómeno. Esencialmente, el programa posee una dinámica que hace que la información llegue al televidente muy rápidamente. Uno tras otro, los temas son presentados, comentados y velozmente superados por otros distintos que toman su lugar. Al mismo tiempo, lo que se ve en imágenes es acompañado por un videograph donde aparece escrito otro tipo de información que también va circulando constantemente, renovándose. Finalmente, y como si esto fuera poco, suelen aparecer algunos carteles como pop ups, junto con una música que los anuncia, que muestra información “fresca”, al instante, que acaba de ocurrir hace minutos. Todo esto da como resultado la entrega de un cúmulo de información tan numerosa, recibida en tan poco tiempo, que hasta el más entrenado televidente tiene dificultades de absorber, sin perderse ni un solo dato de lo que es enseñado. ¿Hasta qué punto sirve entonces entregar la mayor cantidad de información en el menor tiempo posible, si apenas la mitad de aquello es entendido, comprendido y recordado finalmente por el televidente?

   Lo que preocupa es cuando la carrera por ser primicia hace que ese dato tan importante sea cada vez menos creíble y es entonces cuando la construcción de la noticia tiene cada vez más similitudes con la ficción que con la realidad. Cuando se habla de “irresponsabilidad informativa”, o de “una música del fin del mundo, de ciencia ficción, que no contribuye en nada”, más allá de ser discutible hasta qué punto la ética y la moral tienen protagonismo en la construcción de los hechos y que por propia esencia de la construcción hay una subjetividad inherente a la misma, vale aclarar también el extremo cuidado que debe tenerse al caminar por la delgada línea que separa la realidad de la ficción, o bien, si se quiere, la aproximación mas fidedigna y acabada de lo real, lo que acontece, y el mundo de lo verosímil, lo creíble pero que en efecto nunca sucedió. Uno de los ejemplos más contundentes es el que presenta TVR en el informe, cuando Telesur cuenta cómo CNN manipuló una fotografía de un terremoto ocurrido en Japón para contar el drama que se vivía en Haití, a partir de un sismo ocurrido en aquel país (ver minuto 9.49).

   Le velocidad con la que circula la información, la necesidad de ser cada vez más rápido para ser el primero y por ende, el más visto por el público, sufre del síndrome conocido como la sábana corta. Al preocuparse por ser primicia, el noticiero comienza a descuidar la calidad del producto que entrega y que hace circular, dejando de ser creíble.

3 comentarios:

  1. Coincido totalmente con lo que decis Fer pero creo que hay que tener en cuenta algo que desde hace tiempo se discute en las Ciencias Sociales, hasta qué punto los medios de comunicación son los productores de sus propios contenidos?
    Cito lo anterior para dejar la siguiente pregunta? La baja calidad de los productos ya sea por los contenidos, desinformación, etc etc, es responsabilidad de los propios medios o de los consumidores?
    Qué elegiría un televidente totalmente desinformado, programas con una estructura dinámica con un número considerable de noticias aunque éstas no estén desarrolladas, o un programa con una estructura que privilegie la profundidad o el análisis pero consecuentemente con un número reducido de noticias?

    Creo que hay que entender que los medios de comunicación son un negocio y como tal, los productos, son productos...

    Culmino con un interrogante que quizás deberemos abordar en otro espacio; existe la veracidad en los medios de comunicación?
    Podemos exigirle veracidad a éstos cuando no existe la objetividad?

    ResponderEliminar
  2. La verdad que después de ver el informe de TVR te das cuenta que muchos periodistas no están preparados para estar en la TV. Varios comentarios son bochornosos. Nosé como se manejan los canales pero el mismo periodista se debería involucrar un poquito más en la noticia para no decir barbaridades.

    ResponderEliminar
  3. El problema no son solo los medios, la verdad es que con el tiempo he descubierto que el consumidor de televisión es a su vez bastante... como decirlo... 'básico'. Y los productores de de este tipo de bochornos lo saben. Si los televidentes fueran mas selectivos, entonces los generadores de contenidos se verían obligados a producir material de calidad, pero como finalmente no hace falta ya que el publico al que apuntan es influenciable y condicionable... terminamos de esta manera.

    Esto me hace acordar a una película muy, pero muy mala: Idiocracia. La película es olvidable, pero los primeros minutos valen la pena, ya que eso es lo que va a pasar. El mundo se llenará de idiotas!!!!

    ResponderEliminar